Coconut Chair, un clásico de 1955
- 4.CORAZONES
- 6 abr 2018
- 2 Min. de lectura

¿No me digan si en una tarde como hoy no se pondrían cómodos en una silla como éstas? Arropados en una manta, un café caliente y libro en mano conformaría un plan perfecto para este día de otoño lluvioso. Y mucho más aún si elegimos para hacerlo la clásica Coconut.
Su inventor, George Nelson, el mayor impulsor del mobiliario americano, se inspiró en el exótico fruto (el coco) cortado en ocho partes para diseñar esta brillante y cómoda silla en 1955. Hoy, 63 años después, es un ícono del diseño mundial que no ha pasado de moda, por el contrario, continúa comercializándose y es la elegida por muchos como punto de atracción en hogares y oficinas.
Y no es para menos. La Coconut se destaca por su gran versatilidad de poder sentarse en cualquier posición y moverte libremente. Tiene unas medidas aproximadas de 84 cm de alto por algo más de un metro de ancho.
Conformada por una pieza de plástico, recubierta en cuero unido (en general color negro aunque vienen en otros colores) y sustentada esta pieza por tres patas de tubos de acero inoxidable, en la forma de la silla destacan tres triángulos. El de mayor tamaño es el respaldo. La comodidad de esta silla radica en la goma espuma acolchada que recubre la base realizada en plástico resistente pero ligero.

La Coconut se adapta a cualquier espacio. En un living, una silla de éstas en blanco o negro le otorgará un toque de distinción y elegancia, sea cual sea la estética elegida.
Muchas veces, en habitaciones con diseños minimalista las formas lúdicas de la Coconut romperá con la rectangularidad del espacio, descontracturándolo.
Su especial ergonomía está pensada para la comodidad del usuario, y sus generosas dimensiones permiten recogerse en él como si de una cáscara de huevo por lo que resulta ideal para una sala de relax y lectura. A la vez, un hueco “muerto” en alguna zona de la casa se convierte en el lugar perfecto para colocar una Coconut, a modo de “escultura”, ya que habla por si sola.
Como siempre digo, las opciones son infinitas cuando tenemos la suerte de contar con un clásico en casa. Solo es cuestión de darle el espacio que se merece adaptándolo a nuestras necesidades y respetando siempre su funcionalidad!

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